viernes, diciembre 08, 2006

COSTA RICA: BASURERO RADIOACTIVO CON EL TLC

TRAMITE LEGISLATIVO DEL TLC
07-12-2006
Despacho del Diputado José Merino del Río
Partido Frente Amplio


José Merino del Río
Diputado del Frente Amplio

Son muchas las organizaciones y personas conocedoras de la legislación nacional, que han señalado que el TLC fue mal negociado, porque se asumieron obligaciones sumamente gravosas para el Estado, que limitan sus facultades en asuntos de carácter estratégico para el futuro del país.

Señalan que estas obligaciones se asumieron sin resguardar muchas normas importantes de la legislación nacional, que resultarían amenazadas en caso de que el Tratado sea aprobado.

Este es el resultado de la negociación negativa, francamente antipatriótica, de ese grupo de representantes del ala más ortodoxa y radical del pensamiento neoliberal, que tuvieron que ser despedidos por el anterior Presidente de la República, don Abel Pacheco, cuando participaron en algún tipo de maniobras, que el mandatario percibió como un intento de “ golpe de Estado”, según lo publicado en la prensa.

La moción que se puede leer a continuación, presentada y rechazada en la Comisión de Relaciones Internacionales y Comercio Exterior de la Asamblea Legislativa, es un claro ejemplo de lo anterior, afectando una materia sumamente sensible para nuestro pueblo, como es su derecho a gozar de un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, tutelado en el artículo 50 de la Constitución Política de la República:

“Para que, de conformidad con los artículos 123 y 124 del Reglamento de la Asamblea Legislativa, se adicione un artículo nuevo al proyecto de ley de aprobación del “Tratado de Libre Comercio República Dominicana, Centroamérica y Estados Unidos”, que en adelante se leerá de la siguiente manera:

ARTÍCULO NUEVO.— La República de Costa Rica entiende que las prohibiciones de importar desechos de cualquier naturaleza, cuyo único objeto sea su depósito, almacenamiento, confinamiento o disposición final y de ingresar o trasegar para cualquier fin desechos peligrosos, tóxicos o radioactivos por el territorio nacional establecidas en el artículo 70 de la Ley Orgánica del Ambiente, Ley N.º 7554 del 4 de octubre de 1995, son plenamente compatibles con lo dispuesto en los artículos 3.2 y 3.8, así como en cualquier otra disposición del Capítulo 3 “Trato Comercial y Acceso de Mercancías al Mercado” y el Capítulo 11 “Comercio Transfronterizo de Servicios” del Tratado”.

Se trata de la potestad del Estado de prohibir el ingreso al territorio nacional de cualquier tipo de desecho, residuo, basura o disposición final. Y, más importante, en todos los casos prohibir la importación de desechos peligrosos, tóxicos o radiactivos.

Estamos hablando de la facultad del Estado de impedir que el territorio nacional sea utilizado como basurero tóxico, por otros países o por las empresas transnacionales; de evitar que los países ricos utilicen a las periferias como basureros de determinado tipo de desechos.

Efectivamente, los desechos son mercancías, pero su trasiego sí son servicios, por eso se incluye en esta cláusula una mención al Capítulo del Comercio Transfronterizo de Servicios.

¿Cuál es la amenaza que hay en el TLC en esta materia?

En el Tratado, en su Capítulo 3, que habla sobre el trato nacional y acceso de mercancías al mercado, hay una prohibición para el Estado de establecer limitaciones o restricciones arancelarias y no arancelarias, a las importaciones de cualquier mercancía de las otras partes.

Lo anterior se puede constatar leyendo el artículo 3.8 del TLC, según el cual, fíjense que barbaridad: “ninguna parte adoptará o mantendrá alguna prohibición o restricción a la importación de cualquier mercancía de otra parte”.

Vean lo que dice: “cualquier mercancía” y por tanto estas obligaciones podrían entenderse como incompatibles con lo establecido en el artículo 70 de la Ley Orgánica del Ambiente, donde precisamente se prohíbe la importación de todo tipo de desechos para fines de confinamiento o disposiciones finales. Obviamente, la prohibición de importar determinada mercancía es la forma más radical de limitar las importaciones.

Si el TLC obliga al país a abstenerse de establecer restricciones a las importaciones, con mucha más razón podría ser cuestionada una medida de este tipo, que restringe de forma absoluta el ingreso al país de determinadas mercancías.

Alguien podría decir: bueno, y ¿qué importa, si ya tenemos una ley que lo prohíbe? El problema es que los negociadores no resguardaron lo dispuesto en la Ley Orgánica del Ambiente. Revisen el Anexo 3.2, ahí se señalan los controles sobre las importaciones que a cada país se le permitió reservar.

¿Por qué nuestros negociadores no reservaron esta materia? El TLC cae sobre esa legislación, si no se ha salvado. Más que una grave omisión, más que un error, esto podría constituir un atentado contra los derechos de los ciudadanos y los intereses de nuestro país.

Nosotros no queremos evidentemente que Costa Rica se vea convertida en un basurero, destinado al depósito de desechos de otras naciones. Probablemente si le preguntamos al Gobierno, dirían: “no, nosotros tampoco queremos y no estamos de acuerdo”, y nos vendrían de nuevo con el mismo cuentito de las armas, pero ¿por qué no se reservó y se salvó esa legislación?

A posteriori no se puede reclamar, si el Tratado se llegara a aprobar, no se puede alegar que ahí tenemos una ley, porque si no ha sido establecida como una medida disconforme, el Tratado, que son cinco tomos, le cae encima a estas pobres leyes nacionales.

¿Creían los negociadores que aquí no leíamos? Sí hemos leído esto hasta con lupa, y hemos ido descubriendo todas estas barbaridades de estos “yupis” del neoliberalismo, reclutados en los templos del INCAE. Dicen que son los más prestigiosos, pero para hacer comercio. La religión que ellos practican es: primero el negocio, después el país.

Fíjense lo que ha ocurrido, porque ya hay experiencias. De nuevo hay que citar el caso modélico del TLC de Estados Unidos con México y Canadá, donde una empresa Mayer demandó al Estado canadiense por restringir la exportación de desechos tóxicos a su territorio desde Estados Unidos. Hicieron prevalecer las regulaciones del TLC sobre la normativa nacional que regula la materia.

Y estamos hablando de Canadá. Imagínense, una potencia que está en el grupo de los siete, ¿qué no pueden hacer con Costa Rica?, ¿o con Centroamérica?

El Gobierno dirá: “están exagerando”. Pero bueno, este pueblo también es inteligente y sabe que estamos actuando con mucha responsabilidad. Mientras tengamos la posibilidad, aunque sea milimétrica, de denunciar algo, vamos a intentarlo, a sabiendas de que el combate fundamental que tenemos es derrotar este TLC, que no tiene arreglo y que vamos a derrotar aquí en el Parlamento, porque no va a tener 38 votos, y nos va a ayudar mucho la llamada democracia de la calle.

Nos van a ayudar mucho las movilizaciones sociales porque según la Constitución Política de la República, el Gobierno de este país es representativo y es participativo, y la participación y la representación consagran el derecho de manifestarse en la calle, a luchar; a decir que una ley es injusta; el derecho de presionar al Parlamento para que cambie de opinión, como ocurrió en el Combo.

Creo que la democracia de la calle será necesaria. Una lucha pacífica, intensa, para sensibilizar. El Combo lo votaron 45 diputados a favor, tenían de sobra y luego vi cómo echaron marcha atrás y salieron muchos de este Parlamento diciendo “¡qué error cometimos!”. Pero para entender el error que cometieron no bastaron con las razones, porque las razones sobraron. Para comprender el error necesitaron ver a más de cien mil, doscientas mil, trescientas mil personas manifestándose pacíficamente en la calle. Si en el TLC necesitamos ver a medio millón, un millón, lo veremos. ¿Cuándo entenderemos que este pueblo está peleando por derechos?

Pero este ejemplo que pongo es clarísimo de cómo se han hecho primar los intereses comerciales de los tratados de libre comercio por encima de los intereses ambientales y sociales y de lo que podría pasarle a nuestro país de aprobarse este Tratado, tomando en cuenta que lo hemos negociado con un país como Estados Unidos, cuyos gobiernos se han negado a ratificar las más importantes convenciones internacionales en materia ambiental.

Los Estados Unidos no reconocen por ejemplo, la Convención de Diversidad Biológica, el Protocolo de Kyoto y la Convención de Basilea. ¿No han aprobado nada y van a respetar nuestra humilde, pero digna Ley del Ambiente, que los negociadores no reservaron?

Si la moción de “cláusula interpretativa” rechazada es, como dijeron la diputada Evita Arguedas y el diputado Valenciano, una “reserva”, entonces se está aceptando, de hecho, la derogación de la Ley Orgánica del Ambiente, porque el texto de la claúsula transcribe literalmente lo que dice el artículo 70 de la Ley Orgánica del Ambiente, donde se habla de prohibición de importar desechos de cualquier naturaleza cuyo único objeto sea su depósito, almacenamiento, confinamiento o disposición general, no es para el uso, ni para el reciclaje ni para otro tipo de utilizaciones. Estamos a tiempo de decirle no al TLC.
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