viernes, mayo 02, 2008

A COSTA RICA LE HA LLEGADO LA HORA DEL CAMBIO



Intervención del Diputado José Merino del Río, del Partido Frente Amplio, en la sesión plenaria del jueves 1 de mayo de 2008.

DIPUTADO JOSÉ MERINO DEL RÍO:

Buenas tardes, señoras diputadas, señores diputados.

Buenas tardes compatriotas habitantes todos y todas de nuestra República.

Vivimos tiempos difíciles. La humanidad se debate ante una crisis de incalculables consecuencias.

El cambio climático que amenaza la misma sobrevivencia del planeta y de toda forma de vida en él. Las crisis económicas y financieras; la crisis alimentaria, que amenaza con hambrunas a millones y millones de seres humanos en todo el mundo; las guerras; la violencia; la corrupción galopante que se manifiesta en grupos mafiosos que se apoderan de diversos ámbitos de la vida internacional; la crisis de valores nos habla de que estamos enfrentando una verdadera crisis de civilización, que necesita poner en marcha fuerzas muy grandes en el mundo entero, fuerzas de la decencia, de la democracia, del patriotismo, de la solidaridad.

La necesidad de transformar esta globalización salvaje que nos han impuesto, desde los grupos de poder planetarios avanzar hacia la globalización de la solidaridad.

Si en alguna parte del planeta esa lucha se está manifestando hoy con especial vigor, es en nuestra América Latina.

Desde el río Bravo hasta la Patagonia vemos cómo los pueblos de nuestra América Latina se están levantando frente a esas políticas inhumanas del poder neoliberal, frente a esas políticas de la discriminación, de la exclusión, de la depredación de la naturaleza.

Cómo uno tras otro los países de América Latina van imponiendo gobiernos populares y progresistas para que dejen de estar al servicio de minorías y se pongan al servicio de las grandes mayorías sociales que reclaman en nuestra América Latina justicia y solidaridad.

Nosotros vivimos en un pequeño país de América Latina, en una Costa Rica pequeña, en una Costa Rica ubicada en esta frágil cintura de nuestra América, en una Costa Rica que no es una excepción, a lo que hoy está pasando en el mundo y a la necesidad, también, de enfrentarlo con medidas de solidaridad mundial y también con nuestras propias medidas nacionales.

A Costa Rica le ha llegado la hora del cambio, le ha llegado la hora de la construcción, de alternativas desde el mundo popular, desde el mundo democrático y progresista de Costa Rica, ha llegado la hora de decir, basta ya, basta ya a estos años de poder neoliberal que se han traducido en Costa Rica en el crecimiento de la pobreza, en el crecimiento de la desigualdad social, en la destrucción del tejido productivo nacional, en la mayor dependencia de Costa Rica a los poderes transnacionales que mutilan nuestra soberanía y quieren aniquilar nuestro derecho a vivir en un país libre e independiente.

Ha llegado la hora de decirle basta ya a las políticas de la corrupción, que en los últimos veinticinco años le quitaron al país y a las políticas del bien común, centenares de miles de millones que fueron a parar a los bolsillos de políticos y empresarios inescrupulosos.

Ha llegado la hora de hablar de una Costa Rica plural, decente, inclusiva, solidaria, justa, una Costa Rica que se sienta orgullosa de todas las adquisiciones y conquistas históricas de nuestro Estado Social de Derecho, que hunda sus raíces en las mejores tradiciones democráticas de este país.

Hemos tenido en el último año una resistencia desde los sectores patrióticos y democráticos de Costa Rica, de enorme trascendencia para este país.

Supimos levantarnos y decirle “no” desde las fuerzas de nuestra convicción y de nuestras razones a las políticas que nos han venido imponiendo en este país, que recortan todos los días más los derechos humanos y que recortan todos los días más nuestro derecho a vivir en una patria solidaria y soberana.

Supimos acumular enormes fuerzas democráticas populares y patrióticas en la lucha contra el Tratado de libre comercio y contra todas las políticas vinculadas a este Tratado de libre comercio, fue una lucha y sigue siendo una lucha de la que nos sentimos centenares de miles de costarricenses orgullosos, orgullosos de haber sido partícipes y protagonistas en una gesta histórica, que ha sido también un ejemplo para América Latina.

Perdimos el Tratado de libre comercio no por la fuerza de la razón del adversario ni por la fuerza de la justicia del adversario, sino por la fuerza de una campaña, que lejos de fortalecer nuestra democracia la debilitó y la denigró al recurrir el poder neoliberal a métodos infames en contra de la conciencia mayoritaria del pueblo de Costa Rica, que solo pudo ser vencida en una campaña de miedo, que mancha nuestra democracia y que permanecerá en la memoria de muchos costarricenses.

Pero de esa resistencia y de ese saber decir no, también surgirá la fuerza de saber construir la propuesta y la alternativa que necesita Costa Rica, necesitamos una profunda reforma del Estado costarricense, una reforma democrática que devuelva el poder a la ciudadanía, una reforma democrática que rompa con un sistema político–electoral que le niega a las fuerzas emergentes las posibilidades plenas para competir en pie de igualdad, para obtener la voluntad y el apoyo de los ciudadanos.

Una reforma democrática para eliminar todas esas patologías que se han venido acumulando en nuestro estado, las patologías del clientelismo, de la corrupción política, del burocratismo, del verticalismo, del autoritarismo, que van reduciendo en lugar de ensanchar la vida democrática en nuestro país.

Necesitamos una reforma económica, una reforma económica que tenga en el centro la justicia social, pero que, también, tenga en el centro levantar la producción nacional, levantar la producción nacional es volver a rearticular y reconstruir un tejido productivo de pequeños y medianos empresarios, de gente del campo y de la ciudad, que ha venido siendo reducido en los últimos años a su mínima expresión.

Una reforma productiva que esté centrada en los próximos años de manera perentoria y urgente en levantar verdaderas políticas de seguridad alimentaria en Costa Rica, no solamente estamos amenazados por el hambre; ya en muchos hogares costarricenses no se hacen los tres tiempos de comida diaria; ya en muchos hogares costarricenses los niños van a las escuelas sin haber podido ni siquiera tomar el desayuno en sus hogares; ya en muchos hogares costarricenses no se llega a fin de mes; todo eso es una signatura pendiente que tenemos como país y como Parlamento ante los grupos más vulnerables, más desprotegidos de la sociedad costarricense.

Necesitamos una reforma tributaria, una reforma tributaria que haga, efectivamente, no solamente pagar impuestos a todo el mundo que puede pagarlos en este país, sino que se haga algún día realidad el viejo precepto de los grandes patriotas costarricenses de que los ricos en este país puedan y deban pagar como ricos y los pobres como pobres.

Una reforma democrática en la que deben salir los recursos para la reforma educativa; en primer lugar, para cumplir con las promesas que todas las fuerzas políticas le hicimos a la ciudadanía de aumentar del seis al ocho por ciento los recursos del Producto Interno Bruto para la educación.

También esa reforma educativa debe atacar los grandes problemas estructurales que se han venido acumulando en el Sistema Educativo Costarricense, fortalecer la educación pública, hacerla más eficaz, más accesible a todos los jóvenes sin ningún tipo de discriminación social, económica, cultural, étnica o territorial.

También está pendiente la reforma en salud, para que los éxitos que, indudablemente, nuestro país ha tenido a lo largo de las últimas décadas no se vean tampoco debilitados ni aniquilados por estas políticas que apuntan a convertir tanto la educación como la salud no en derechos humanos, como lo pensaron varias generaciones de costarricenses, sino en mercancías, para que pueda obtenerlas aquellos que tienen mayores recursos.

Este país también está urgido de una reforma moral, claro que esa reforma moral no se puede expresar simplemente en leyes, esa reforma moral significa un cambio cultural y espiritual en Costa Rica, esta Costa Rica, a veces tan egoísta e individualista, que va perdiendo los valores de la solidaridad; los valores del bien común tienen que ver, también, con la destrucción de un sistema de valores de unos modos de vida frívolos, absolutamente consumistas, sin tener en cuenta a los que están a la par y que necesitan, a veces, que se le tienda la mano fraternal del hermano, del amigo, del Gobierno solidario.

Significa esto, construir en la democracia; construir en el marco del respeto a nuestros derechos y garantías constitucionales; construir la alternativa... construir la alternativa desde el Frente Amplio pasa por articular esa enorme diversidad de fuerzas sociales, de fuerzas políticas, que han demostrado, en los últimos años, capacidad de resistencia, pero que, también, tienen que demostrar en los años venideros capacidad de proponer, capacidad de convencer, capacidad de ilusionar, capacidad de unir, capacidad de poner los intereses superiores del país y los intereses superiores de las mayorías por encima de cualquier interés particular o de grupo.

El Frente Amplio es una fuerza política modesta, pero puede también con honor decirle tanto a la gente que nos permitió estar en este Parlamento como a miles y miles de costarricenses en toda la geografía nacional, que hemos cumplido con responsabilidad, con coherencia, con honor, con ética los compromisos que asumimos con el país y, fundamentalmente, con sus clases trabajadoras, con sus sectores productivos, con la gente que menos tiene, que más ayuda necesita.

Que hemos cumplido con una oposición firme, con una oposición sin claudicaciones, pero, también, con una... como oposición inteligente y patriota, porque no solamente sabemos decir no con toda energía, sino que, también, estamos dispuestos a abrir nuestros corazones, nuestras conciencias y colocar nuestro voto de compromiso cuando vienen propuestas desde este Parlamento o desde fuera del Parlamento, que obedezcan a fortalecer las condiciones de vida y de trabajo de las mayorías, la justicia social, y la democracia en Costa Rica.

Compatriotas un saludo de nuevo en esta fiesta del 1º de mayo, donde recordamos, decía en horas de la mañana, un aniversario más de la rendición de los filibusteros y de la afirmación de la soberanía y de la dignidad nacional y donde conmemoramos también un año más del Día Internacional de los Trabajadores que exigen libertades, que exigen mayor condición para poder desarrollar sus derechos, que exigen pan, que exigen educación, que exigen cultura, que exigen salud, que exigen salarios crecientes.

Muchas gracias, señoras y señores diputados; muchas gracias, queridos y queridas compatriotas.

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