jueves, octubre 04, 2007

MAÑANA, COSTA RICA

José Merino del Río
Diputado, Partido Frente Amplio


Vamos el domingo a las urnas a tomar una decisión histórica sobre la patria que queremos defender y construir. Como hemos demostrado a lo largo de esta apasionante y lúcida resistencia cívica, el TLC no es un simple acuerdo comercial. El TLC es un proyecto político y socioeconómico de las élites neoliberales, que profundiza y radicaliza el proceso de expropiación de los bienes públicos y de los derechos de las mayorías. Si los neoliberales han convertido a nuestro país en una fábrica de producción de pobreza, exclusión, desigualdad y corrupción en los últimos tiempos, ahora pretenden cancelar con un acuerdo supranacional cualquier alternativa de ruptura con ese rumbo perverso para los derechos de nuestro pueblo y de nuestra nación.

Derrotado en las conciencias y en los corazones de una mayoría popular despierta y crítica, el capitán del TLC y sus subalternos, han recurrido a una campaña de miedo, mentiras y chantajes, desconocida en nuestra historia republicana. La estrategia oficial del memorando, quedará inscrita en la memoria nacional como una de las páginas más vergonzosas del historial de la infamia. ¿Qué de bueno puede tener el TLC para tener que defenderlo con ese manual de la picaresca y de la guerra psicológica?

Que un Nobel de la Paz recurra a la violencia indirecta contra su pueblo, especialmente contra los pobres, con el poder de la intimidación y de las amenazas de una maquinaria mediática y financiera brutal, estremece y revela cuán grandes deben ser los intereses que esconde el TLC para una oligarquía insaciable.

El voto por el NO será el 7 de octubre un voto de rechazo a esta política del miedo éticamente inaceptable, un voto de honor a la democracia y a la verdad. Será un voto también de afirmación, un voto sumamente informado, consciente, construido en miles de encuentros, conferencias, debates, lecturas, que habla bien de una sociedad viva, inteligente, digna, en capacidad de formarse su propia opinión frente a la avalancha de una propaganda multimillonaria. Ese trabajo de hormiga, que se instaló en el cuerpo de nuestra sociedad con ideas, argumentos y lucha incansable, llegó para quedarse y convertirse en bastión de la Costa Rica de mañana.

No hay lugar para el miedo y la desesperanza. Hemos vuelto a redescubrir que la solidaridad social, tan golpeada y desprestigiada por los neoliberales, es un rasgo fundamental de la identidad costarricense. Es en realidad un sentimiento de amor hacia los otros, especialmente a los que menos tienen, a los débiles, a los humillados, a los explotados, a los excluídos. Hemos vuelto a sentir que la idea de patria, tan vituperada en el altar del dinero y de la globalización salvaje, es tan necesaria como el aire que respiramos, los alimentos que tomamos, el agua que bebemos. Patria es humanidad, Costa Rica abierta al mundo, con la mano tendida hacia todos los horizontes, y defendiendo fieramente su libertad y su soberanía.


Vamos a las urnas sin odio, sin rencores, sin sed de venganza. Diremos NO, porque es la única forma de afirmar nuestra unidad de destino: una Costa Rica más grande, decente y justa, en la que con el bien común como bandera, quepamos todas y todos, naturaleza incluida.

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